Luigi Pirandello es sin duda alguna uno de los mayores y más originales dramaturgos de nuestro siglo, con un sello tan personal como a veces, complejo. Premio Nobel de Literatura en 1934, algunos datos de su biografía pueden hacernos entender el origen de su obra narrativa y dramática, su temática, enfoque, procedimientos peculiares y obsesiones.

Pirandello

SU VIDA (1867-1936)

Hijo de un rico propietario de minas siciliano, Pirandello cursará estudios en Alemania, en donde obtiene su doctorado en filosofía pura. A los veintiséis años se casa con la hija de uno de los socios de su padre, pero la empresa acaba en la ruina, arrastrando con ella a las dos familias. Su mujer se vuelve loca sin que llegue jamás a recuperar la razón. Pese a ello no es ingresada hasta 1919, más de quince años después de enfermar. El dramaturgo vive a su lado, mezclando la generosidad y la paciencia con la reflexión sobre sí mismo y sus circunstancias y la meditación profunda sobre la condición humana. La mujer, en cambio, lo culpar obsesivamente de infidelidad. En “Enrique IV” encontramos ecos de estas vivencias personales.

Pirandello

SU ESCRITURA

Hasta 1910 Pirandello es un perfecto desconocido. A partir de entonces se afirma como gran narrador y no menor dramaturgo. Dejando aparte ese teatro costumbrista, en siciliano, del que es justo citar “Liola” (1916), sus cuatro grandes obras dramáticas son: “ A cada uno su verdad” (1916), “ Seis personajes en busca de autor” (1921), “ Enrique IV” (1922) y “ Está noche se improvisa” (1930).A ellas habría que añadir algunas obras breves de la calidad de “ El hombre de la flor en la boca” , y un drama que estaba a punto de acabar en el año de su muerte: “Los gigantes de la montaña”.
La obra del italiano, se nos presenta para una reflexión vital sobre los grandes interrogantes del hombre y de la vida; el hombre enfrentado con los grandes problemas de la existencia ( el ser,el parecer, la verdad, el tiempo, la muerte) y del hombre enfrentado a sí mismo.Una de las innumerables sentencias avanzadas por este dramaturgo-pensador nos advierte que “El hombre vive, no se ve”. Está frase viene a decirnos que, en muchas ocasiones, nuestros sentimientos, nuestros juicios y comportamientos pecan de falsedad debido a que no nos detenemos en el examen de nosotros mismos.

Pirandello

Para Pirandello el teatro se presenta como un gran espejo, puesto que en él, el hombre se nos muestra como en un escaparate, solo o en pugna con los otros, para ser contemplado por una colectividad a la que hay que espolear para que salga de su pasividad. Esta filosofía no está tan alejada de la que Brecht propugnará en su “Teatro épico “, aunque las finalidades entre uno y otro pueden variar. En Pirandello hay una mayor preocupación psicológica y casi metafísica; en Brecht en cambio su preocupación es la liberación socio-histórica del ciudadano.

El teatro le aporta también a Pirandello nuevos motivos de reflexión: la ilusión, la máscara, la denegación… pero sin duda la ilusión mayor de este autor reside en su intento por profundizar en la ilusión escénica que le llevará a ensayar distintos procedimientos para que el espectador cambie su modo tradicional de enfocar lo que pasa en escena. Pirandello hace difícil que el espectador se identifique con sus personajes por la sola vía del sentimiento. Antes bien, parece hacer su aliada a la razón.

Pirandello

Para conseguir estos efectos, el autor intenta romper con la ilusión escénica, enfrentando comportamientos vitales a comportamientos teatrales. Así, en “Seis personajes en busca de autor” el espectador asiste de entrada al ensayo de una obra del propio Pirandello titulada “ El juego de las partes”. En esto se presentan en el teatro seis personajes: el padre, la madre, la hijastra, el hijo, el jovencito, que es otro hijastro catorce años, y una niña de cuatro. Frente a la historia expuesta en el ensayo, estos intrusos exponen al director y a sus actores otra historia real como la vida misma: sus propias existencias. Pirandello, con este artificio, parece pretender que el espectador no tome a estos personajes como seres de teatro.

En “Enrique IV”, la perspectiva desde la que enfoca la realidad es la locura. Para curar al tío materno del Marqués di Nolli, que a raíz de un golpe en la cabeza se cree Enrique IV, el doctor Genoni transforma a todos los amigos y familiares del loco en personajes de época. Lo curioso es observar cómo el loco, con el que todos están fingiendo, empieza a recuperar ahora la razón, juzgándoles a ellos, para lo que no encuentra mejor medio que seguir fingiendo su enfermedad.

En “El hombre con la flor en la boca”, el autor enfrenta a un personaje, que sabe que en breve va a morir, con otro normal y corriente. Este último se encuentra agobiado por una serie de problemas, que , como es de suponer al primero le parecen triviales y sin importancia comparados con los suyos. dos maneras de enfocar la existencia.

Pirandello

No es fácil el teatro de Pirandello, aunque su influencia en numerosos colectivos y escritores es más que evidente: los existencialistas, absurdistas, en el español Jacinto Grau , en Genet, Weiss… Pero sobre todo, Pirandello ha pasado a la historia de la escena por ser un diestro representante de lo que se considera “el teatro dentro del teatro” , que en sus manos se convertirá en un pretexto para reflexionar (y participarnos a nosotros de este proceso) sobre el arte dramático, nuestro papel como espectadores y el significado de la ficción y la consistencia de la realidad.

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