El teatro, desde sus inicios, es un reflejo de la sociedad, del mundo y de las pasiones y miserias de los seres humanos. Pero no todas las obras conectan psicológicamente con el espectador, en ocasiones se funden el saber hacer del escritor o escritora y el talento interpretativo y se crean joyas escénicas y personajes que pasan a la posteridad por su fuerza expresiva.

Con motivo del día de la mujer vamos a explorar esos personajes femeninos que han pasado a la historia de la literatura y del teatro por la fuerza de la que hablábamos, y a veces también por su originalidad, tocando a menudo temas que hasta entonces no se habían mostrado en el escenario en boca de una mujer.

Lady Macbeth

El primero de ellos es Lady Macbeth. Incluida en la obra “Macbeth” de William Shakespeare, el personaje de Lay Macbeth encarna la ambición, la persistencia para conseguir nuestros logros, aunque éstos sean convencer a su marido para que asesine al rey Duncan y puedan alzarse así con el poder. Su dureza y ambición terminan desembocando en locura, pero aún así, es un personaje psicológicamente complejo y un reto en la interpretación para cualquier actriz.

Medea

Otro de los personajes femeninos a destacar a la hora de trabajar la interpretación es Medea. Aunque el mito es anterior, fue Eurípides quien llegó a escribir la primera tragedia con este nombre, que fue representada en el 431 a.C. Medea, es una especie de sacerdotisa, que enamorada de Jasón, ayuda a éste, con diversas artes oscuras, a conseguir el Vellocino de oro. Jasón se casa con ella y se convierte en rey, naciendo dos hijos de este enlace. Poco después Jasón decide contraer nuevas nupcias, a lo que Medea, llena de celos, entrega una capa mágica a la nueva esposa causándole la muerte. No contenta con ello busca dañar a Jasón por su infidelidad y termina asesinando a sus propios hijos. Un personaje duro y complejo de representar, sin duda.

Nora

Más cercano a nuestro tiempo está un personaje menos feroz que los anteriores, pero no por ello menos importante en la historia del teatro nórdico, nos referimos a Nora, de “Casa de muñecas”. Escrita por Henrik Ibsen en 1879 está considerada una de las primeras obras feministas de la historia. Nora, casada con Torvald desde hace 8 años y madre de 3 hijos, se siente enjaulada en una vida en la que los hombres, primero su padre y luego su marido, han decidido por ella. Después de una serie de acontecimientos, decide abandonar a su familia para encontrarse con ella misma y buscar su propia felicidad. Toda una crítica a las reglas del matrimonio en el siglo XIX.

Bernarda Alba

Bernarda Alba

Ya en el teatro español, tenemos al gran Federico García Lorca, que supo como nadie plasmar el universo femenino en las tablas del escenario. De su pluma han salido numerosos personajes dignos de mención como La Madre o la Novia de “Bodas de sangre” o Bernarda Alba de “La Casa de Bernarda Alba”. Hablemos de este último. Se trata de una personificación de la autoridad, que con un vocabulario lleno de refranes y de marcado acento andaluz nos retrae a una época en la que la mujer era portadora de la “honra” de la familia y en la que el “qué dirán” marcaba la sociedad. Defensora a ultranza de las apariencias, se muestra dominante y clasista en muchos de sus parlamentos, dejándonos a veces discursos que no hacen sino reforzar su carácter intransigente “ …Hilo y aguja para la hembra, látigo y mula para el varón…” incluso en la relación con sus hijas: “…Aquí se hace lo que yo mando, ya no puedes ir con el cuento a tu padre…” Un personaje fuerte y difícil de llevar al escenario.

Como vemos, cuatro personajes muy interesantes para poder trabajarlos en el escenario y que son sólo la punta del iceberg a la hora de abordar el trabajo psicologista de un texto y la creación del personaje.

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