La cultura en la Edad Media, abarcando desde el siglo V hasta el XV, estuvo influenciada por un pensamiento teocrático centrado en Dios e Iglesia, y la consolidación de lenguas romances. El teatro medieval se dividió en religioso y profano, representado por juglares y bufones. Este artículo explorará la fascinante cultura medieval, destacando el teatro y su legado en el arte histórico.

La cultura en la Edad Media

Teatro medieval

La Edad Media es un periodo de tiempo en la historia de la humanidad que abarca desde el siglo V hasta el siglo XV, marcado por dos acontecimientos históricos: la caída del Imperio romano en el año 473 bajo los godos, y la caída de Constantinopla en el años 1453 bajo los turcos.

Dos elementos importantes van a condicionar el arte en este período histórico: por un lado el sistema de pensamiento teocrático, en el que todo giraba en torno a Dios y a la Iglesia, hasta el punto de que iglesias y monasterios se convertirían en los ejes de la cultura medieval; y por otro la consolidación de las lenguas romances, como el castellano y el catalán, con sus manifestaciones literarias, dejando cada vez más de lado el latín, que hasta entonces era la única forma de comunicación culta.

Los dos ejes del Teatro en el medievo

Teatro medieval

La caída del Imperio Romano supuso la ruptura con las formas teatrales grecolatinas, y a medida que la Edad Media avanzaba, el teatro adoptó nuevas formas de hacer. Podemos dividir el teatro de esta época en dos claras tendencias:

El teatro religioso

Nace de los tropos litúrgicos (frases dialogadas de los textos sagrados), con especial relevancia en dos festividades cristianas: La Pascua y La Navidad. Estas manifestaciones evolucionaron a formas como los “Milagros”, los “Misterios “ o los “Autos sacramentales” , y con el tiempo se añadirán también temas nuevos como la asunción de la Virgen o las vidas de santos. Cuando empezaron a incorporarse chistes, expresiones soeces y posturas provocativas, el teatro se vio obligado a abandonar las Iglesias y salir a las plazas. También contribuyó el hecho de que los gastos en representaciones eran pagados por los gremios , que competían entre ellos para hacer representaciones cada vez más espectaculares.

Teatro medieval

Forman parte también de esta idea de teatro religioso las “Danzas de la muerte”(de un carácter más popular y satírico) y el teatro en procesión sobre carros, típico de la festividad del Corpus. Sacar las representaciones religiosas a la calle en forma de procesión fue la forma que encontró la Iglesia para incorporar personajes que representaban el mal , ya que no podía hacerse dentro de los templos para evitar la profanación.

El teatro profano

Teatro medieval

Está representado por los juglares, los bufones y los mimos, que son herederos directos de la tradición teatral latina. A diferencia de los trovadores (poetas, cantantes y recitadores de sus propios versos), los juglares cuentan toda clase de historias y leyendas, hacen malabarismos y acrobacias. Representan espectáculos en plazas públicas y castillos. A menudo, los mensajes de los juglares eran de carácter sexual y de crítica a la religión. Debemos a los juglares y a los bufones la conservación de una de las formas teatrales más antiguas y populares: el teatro de títeres, que les servía para hacer personajes variados. Esta especie de muñecos o marionetas, eran los verdaderos protagonistas de las aventuras narradas por los juglares.

De los misterios a los juegos de escarnio

Con la consolidación de las lenguas romances nos llegan los primeros textos teatrales. Ya en el siglo X, hay una producción notable de “consuetas” en toda Europa. Estos son textos que indican el vestuario, las acciones y las réplicas de los personajes de las representaciones religiosas, enmarcadas en los ciclos de pascua o navideños. La “consueta” del “Misterio de Elche” es la más representativa por haberse representado sin interrupción hasta la actualidad. Trata de la subida al cielo de la Virgen María en cuerpo y alma. Engloba la tradición de los misterios asuncionistas que se representaban por todas las tierras valencianas, catalanas y baleares, donde quedan restos escritos en las catedrales de Tarragona, Valencia y Mallorca. Su importancia radica en el hecho de que es un texto vivo, que ha mantenido su forma original y que aún hoy día tiene el poder de emocionar.

La vertiente profana del teatro medieval lo constituyen los “Juegos de escarnio” o fiesta popular en la que un día al año se permitía a la gente cambiar de personalidad o de estatus social. “El sermón del obispillo” fiesta en la cual el último acólito hace de obispo, es un ejemplo de subversión del orden social propio de las fiestas lúdico religiosas. Otras formas de parodias del orden establecido son las fiestas de carnaval, donde las mujeres hacían de alcaldesas, u otras en las cuales los esclavos y los tontos gobernaban durante veinticuatro horas.

El actor medieval

De entrada , tanto en el teatro profano como en el teatro religioso, los papeles femeninos eran representados por hombres. Por ejemplo, para interpretar el papel de las tres María, mujeres que intervenían en la pasión, los sacerdotes se ponían en la cabeza el amito (lienzo blanco con una cruz que utilizaban los clérigos en los oficios divinos) y aflautaban la voz. Aún así hay que desmentir el tópico y recordar que había juglaresas anónimas y trovadoras como la condesa de Día.

Un teatro, sin duda lleno de contrastes, y que ha supuesto parte del legado de nuestro teatro actual y por ello, no debemos de perder.

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